miércoles, 14 de abril de 2010

Estrellas

No tengo tiempo. Me perdí en el tiempo.
El Dios se llama Abraxas.
Pan de Tristeza.
Tu perfume es algo que revuelvo con el té.
La alfombra está estrellada, estrellada, estrellada.
La Fe y la Belleza de una Virgen de las Rocas.
Yo la dibujo y la alfombra.
Aire (los dragones no han nacido para ser abrazados).
Toda la Lluvia.
Vos estás, simplemente estás y sos una carta y la luna. Tus lágrimas el arcano que me revela la vida. Estás estando, entre ratoncitos grises que suelen coronarte con hojitas y pétalos marchitos, como una infanta heredera del cielo refugiada en subterráneos. Jugando a taparle los ojos a la eternidad. Tus realidades, sótanos de realidades, y el miedo que nace. Sí, como Venus nace.
Mirando el techo como quien mira el cielo buscando la estrella más linda hecha con los vidrios menos rotos. La estrella más linda de una noche cualquiera diferente a la mía. Hubo que pintarlas, al fin, por piedad o por jugar. Bellezas tibias sobre el cielorraso descascarado. Y entonces las contás una vez, y otra vez, y otra, y para siempre, para no morir, y hasta para mí, cantándome bajito al oído esa canción de cuna:

¿Cuántas estrellas hay solas?
¿Y cuántas de ellas son tuyas?