martes, 18 de octubre de 2011

Sol y Edad II


 ilustración: "Julia dream", por Anita Inverarity.

¿Podrías hallarme entre el tiempo? Todo lo que acaba se vuelve insoportable.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Hana-Bi

Creo que estoy mintiéndome a mí mismo. Lo pienso mientras estudio y también pienso que en lo único que puedo pensar son en canciones, acordes, arreglos, grabar, tocar, viajar, llegar al fondo de mi espíritu y así unirme en el espíritu colectivo de cada chico o chica, triste o alegre, que está en una habitación con un par de auriculares, un libro, una carta de amor o desamor, un miedo o una certeza y que son tan de éste tiempo, de éste Geist, de éste mundo Buenos Aires - Argentina - Tierra de Nunca Jamás, con sus rabias callejeras de amor, con las soledades y los mil intentos y un invento, con el dolor de ser o el dolor de ya no ser, o como escribió Buk "tantas de mis criaturas compañeras", todos a quienes entiendo y me entienden, y todos a quienes no puedo ni ver, ni me ven, pero el mundo al fin es sólo un conjunto de miles de vidas y la mía pugna por ser mundo y más que mundo, ser espíritu que cambie un mundo cualquiera, una vida cualquiera, que defienda o destruya un estado de ánimo, y conjuge el poder estético para aunar un mito que en tanto símbolo tenga alma, eternidad, y que la tenga aún incendiando apenas dos segundos del tiempo de cualquiera, del mío, de las migajas de lo que fue un corazón y ahora es sangre en la pared de un call center. ¿Para quién canto yo entonces? Para los que al leer ésto se miraron el ombligo y después aspiraron una seca mirando la ventana a la ciudad y siguieron estando como están, pero con alguna flor de fuego ciñendo lo más abstracto que tengan por corazón.
y que siga la melodía... 

lunes, 26 de septiembre de 2011

Chenault




















Las canciones están mal. Las canciones son mentira. Yo cociné a mis fantasmas y el tesoro está a punto caramelo. Lo que bombea. Lo que piensa. Y los años, los años. Soy el detractor de miradas. Por eso me encierro y dejo que el mundo me escriba la espalda con las manos de mi mujer subterránea. A cielo abierto soy mentira. No amo lo que amo, no pienso lo que pienso, no recuerdo lo que no olvido. A todas luces un fiasco. Y así los tontos (y las tontas) me regalan su tierra. Y en ella crece mi flor de lis, retoño imperial.
No he vuelto de mi pequeña vida para contarte qué sabor tiene la tierra húmeda. No he nacido a la lágrima ni a las acuarelas en la lluvia. Estoy reventando paredes como puedo: las veo temblar en silencio. Silencio lleno y silencio vacío. A mi me arroban los silencios llenos de ecos. Como si los planetas, las piedras, los hechos, todo, suspiraran ahogadamente. El universo es entonces como el cadáver de dios. Es el cuerpo de un dios ausente, o un dios dormido que está pensando en otra cosa (libélulas, drogas, manzanos, en la diosa que lo abandonó a su suerte) y que probablemente sufra, también, y sufra a partir de sus más ínfimas células: nosotros, vos y yo, cualquier migaja. Lo que es seguro es que el dolor concreto no se calma con abstracciones. Pero, si sigo amplificando los ecos (como un espejo humeante) y si las paredes se vuelven más amarillas, y si caen, y caen con ellas los otoños, todos juntos… puede que alguien se despierte y me cuente que soñó conmigo al final de su larga, larguísima, siesta milenaria.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Sol y Edad




  















La solitaria contemplación armoniosa y melancólica del mundo es el destino y el camino inevitable, necesario (y amado) del hombre libre.

lunes, 22 de agosto de 2011

Ceremonia













Remo Erdosain y El Astrólogo.

Alejandra siempre en llamas y Fernando Vidal Olmos.

Lux Lisbon y Holden Caulfield.

Rodion Raskolnikov y Dorian Grey.

Los veo a todos cuando limpio de sangre el espejo. Voceros del universo hecho de plastilina eléctrica que llevo en las tripas. Músicos de una orquesta que interpreta el adagio para cuerdas de Barber en una orgía, con la violenta delicadeza que tiene el amor cuando chorrea de odio, obligándome a morderme los labios en esa sensualidad desbocada que enlaza como amantes a mi cuerpo con mi espíritu. Y es así que beso el cristal pronunciando tu nombre que también es sangre en mi boca.

El centro de tu alma ya está sobre las ruinas de la mía.

Uno de estos días voy a ser viejo y tendré que elegir de qué lado de ese espejo recostarme a morir. Quisiera estar donde ellos estén. Que la muerte contenga menos que el estigma de los que VEN: elegir verdad. Entre verdad y amor, elegir verdad. Entre verdad y vida, elegir verdad. ¿No eligieron verdad Remo, el Astrólogo, Alejandra, Fernando, Lux, Holden, Rodia, Dorian? ¿No son ellos más reales que cualquier efímera contorsión de la muerte?

martes, 1 de marzo de 2011

Un eterno y grácil bucle


















No creo saber elegir entre vida y azufre. Tecleando sin gritar. Armando una muerte. El silencio entre los trastos de una casa dejada atrás. Chau a las dimensiones. Esta vez no hay amuleto, no hay ámbar, no hay dorados ni hilos de sangre, ni seres humanos: nadie pulula por aquí, sólo yo con mil bocas cosidas a mano, cada una con una única y práctica abertura que dejé así para fumar los mil cigarrillos que fumo y meterme todo adentro, bien adentro, y violarme una y otra vez el espíritu vivo. Y los nudillos que me duelen. Y el murmullo del viento que siempre estará conmigo, que es mi mantra y mi música y mi tristeza etérea y el otoño que adoro porque no me molesta y trae cafés y más cigarrillos y más silencio para llenarlo de más viento. Somos una razón en nosotros mismos, conciencia mía. Un loop de sin sentido que es el único sentido. Te acepto. Me acepto. Alejandro es Lejano Dar. Nací para volver a otro útero, más verdadero, donde éste corazón flota en un pequeño mar amniótico. Amada Buenos Aires, mi hermosa soledad respira entre otras millones de hermosas soledades, secretas, desde las que otros solitarios contemplan todo, incluyendo algún día saberse ellos también hermosos, ungidos, tan bellamente estoicos, tan cálidos, amados por las hojas secas. No creo saber elegir entre vida y azufre, pero entre verdad y vida, elegí verdad. Entonces dame sólo tu mano intangible, porque estoy bien así, estando más allá del tacto, siendo sólo un pequeño sonido a lo sordo, apenas una cajita de música que alguien cada tanto abre cuando se siente triste por no saber vivir ni morir, ni salvar ni ser salvado.

sábado, 26 de febrero de 2011

El sueño de la casa dorada

 
Buk otra vez, y… es que nadie encuentra nunca a quien busca? Toda mi mente es un insecto al que tolero porque me habla. Ansiedad. Y hay sectores de mí que se resisten a ser deformados, viste? Necesito deformarme para escribir algo, necesito escribir algo para bajar la ansiedad, necesito bajar la ansiedad para sentirme tranquilo, necesito sentirme tranquilo para poder dejar de dar pasos en falso, necesito dejar de dar pasos en falso para llegar a alguna parte. No tengo fiebre. Tu mano está caliente, no mi frente. Si sigo esperando voy a empezar a ver números en el reloj de pared que no existe. Sí, es un lindo reloj. Suizo. Y tu mamá… ah… tu mamá. Me pidió que desconectase la alarma de la casa, que desayune con ella… Y yo acepté porque pensé que quizás fuese una buena excusa para poder luego acompañarte hasta el colegio. Tu casa como un laberinto. Yo lo recorro con una sonrisa, buscando tu ropa interior usada. Las paredes doradas me dejan ciego. Las voy palpando, abusando de mi intuición. Un minotauro como una mosca obnubilada.  Sigo el aroma del café (tu hermana debe de estar preparándolo en alguna cocina rústica, en las profundidades de mi alma, drogada y en camisón) y así, ciego, puedo sentir claramente mis dedos como jeringas cargadas del antídoto para la visión de estrellas lobotomizadas, para el síndrome del sueño desnudo. Pásenme en la radio alguna vez: quiero que amplifiquen mi tristeza. Por qué, por qué necesito sentirte para sentirme? Por qué todo mi dolor es trillado? Este mundo se hizo ya tan viejo que no hay un solo corazón capaz de un sentimiento niño. Y yo no tengo la culpa. Yo solamente me senté a esperar el día, a fumar, a leerte, a enamorarme y a dejar que me tape los ojos la eternidad. No comprendo REALIDAD, no comprendo LA RAZÓN. Lo siento, pero no me arrepiento de mí. Y si tu madre no me sirve el desayuno, las musas lo harán. Y a vos, reina de los pájaros, te he guardado una lágrima milenaria para dejarla caer en la punta de tu lengua la noche en que por fin sientas la sed verdadera.