miércoles, 28 de septiembre de 2011

Hana-Bi

Creo que estoy mintiéndome a mí mismo. Lo pienso mientras estudio y también pienso que en lo único que puedo pensar son en canciones, acordes, arreglos, grabar, tocar, viajar, llegar al fondo de mi espíritu y así unirme en el espíritu colectivo de cada chico o chica, triste o alegre, que está en una habitación con un par de auriculares, un libro, una carta de amor o desamor, un miedo o una certeza y que son tan de éste tiempo, de éste Geist, de éste mundo Buenos Aires - Argentina - Tierra de Nunca Jamás, con sus rabias callejeras de amor, con las soledades y los mil intentos y un invento, con el dolor de ser o el dolor de ya no ser, o como escribió Buk "tantas de mis criaturas compañeras", todos a quienes entiendo y me entienden, y todos a quienes no puedo ni ver, ni me ven, pero el mundo al fin es sólo un conjunto de miles de vidas y la mía pugna por ser mundo y más que mundo, ser espíritu que cambie un mundo cualquiera, una vida cualquiera, que defienda o destruya un estado de ánimo, y conjuge el poder estético para aunar un mito que en tanto símbolo tenga alma, eternidad, y que la tenga aún incendiando apenas dos segundos del tiempo de cualquiera, del mío, de las migajas de lo que fue un corazón y ahora es sangre en la pared de un call center. ¿Para quién canto yo entonces? Para los que al leer ésto se miraron el ombligo y después aspiraron una seca mirando la ventana a la ciudad y siguieron estando como están, pero con alguna flor de fuego ciñendo lo más abstracto que tengan por corazón.
y que siga la melodía... 

lunes, 26 de septiembre de 2011

Chenault




















Las canciones están mal. Las canciones son mentira. Yo cociné a mis fantasmas y el tesoro está a punto caramelo. Lo que bombea. Lo que piensa. Y los años, los años. Soy el detractor de miradas. Por eso me encierro y dejo que el mundo me escriba la espalda con las manos de mi mujer subterránea. A cielo abierto soy mentira. No amo lo que amo, no pienso lo que pienso, no recuerdo lo que no olvido. A todas luces un fiasco. Y así los tontos (y las tontas) me regalan su tierra. Y en ella crece mi flor de lis, retoño imperial.
No he vuelto de mi pequeña vida para contarte qué sabor tiene la tierra húmeda. No he nacido a la lágrima ni a las acuarelas en la lluvia. Estoy reventando paredes como puedo: las veo temblar en silencio. Silencio lleno y silencio vacío. A mi me arroban los silencios llenos de ecos. Como si los planetas, las piedras, los hechos, todo, suspiraran ahogadamente. El universo es entonces como el cadáver de dios. Es el cuerpo de un dios ausente, o un dios dormido que está pensando en otra cosa (libélulas, drogas, manzanos, en la diosa que lo abandonó a su suerte) y que probablemente sufra, también, y sufra a partir de sus más ínfimas células: nosotros, vos y yo, cualquier migaja. Lo que es seguro es que el dolor concreto no se calma con abstracciones. Pero, si sigo amplificando los ecos (como un espejo humeante) y si las paredes se vuelven más amarillas, y si caen, y caen con ellas los otoños, todos juntos… puede que alguien se despierte y me cuente que soñó conmigo al final de su larga, larguísima, siesta milenaria.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Sol y Edad




  















La solitaria contemplación armoniosa y melancólica del mundo es el destino y el camino inevitable, necesario (y amado) del hombre libre.