Palabras como lúpulo, espora, germen de trigo, valiente, aún
tu nombre, siesta, mar del plata, marrón, hiperquinesis. Cosas que están lejos.
El lúpulo de mis sueños burbujea como cerveza caliente, pero nunca revienta.
Aprendí a saludar con un beso a los once años. Aprendí a escuchar perfumes, a
ausentarme en mi presencia. Pensé que así estaría más cerca de vivir al ritmo
del verdadero tiempo. Volví asincrónico mi corazón porque en las brechas
resultantes encuentro el germen de trigo y la siesta, y el perfume de voz calma
que me dice “valiente!” sonriendo. A las hamacas de las brechas les da igual si
sé contar hasta doce en alemán o si el 60 tarda una hora y cuarto en ir desde
Las Heras y Salguero hasta Maipú y Anchorena.
Tendría que hablar sobre las noches de
lluvia, pero no las recuerdo bien. Seguramente en ellas me haya preguntado si
mi pensamiento también se estaría mojando como la calle y el vidrio. ¿Una noche
con lluvia hubiese salvado a Juana de Arco? ¿En esas noches se llenan las
brechas con agua de mar? Y con la luz de la mañana, ¿habrás –perfume de voz
calma- vuelto a creer en los girasoles y serás madre otra vez? Palabras como
espora, aún tu nombre, mar del plata, marrón, hiperquinesis. Tus hijas. ¿Tendrán
su oportunidad?