miércoles, 23 de septiembre de 2009
Sangre
Oh, mismísima mierda. Vos jugá. Jugá por jugar, está ok para mí. Create una estrella a la medida de tu ego, repartí blasones celestes con tu efigie para que todos tus acólitos los cuelguen de su balcón. Jugá, prestidigitá mentiras como jazmines para maestras de primer grado, mostrales tu nada misteriosa, que todos caben en tu pulgar. Pero no juegues conmigo, porque jugás con fuego. ¿Vamos a hacer el amor levitando? Todo puede ser una gran cacería. Allá donde las cabras remontan el silencio, a una altura a la que jamás ascendiste, nace el manantial de mi sangre. La misma que ingenuamente pretendés beberte embotellada e inocua, como si yo fuese solamente un niño puro y virgen de esos que compulsivamente le sacrificás a tu diosa en el té de las cinco. ¿Y eso es toda tu belleza? Espero que tu amor contenga menos que eso. Y espero que nadie te envenene el pastel. Y que también tengas lágrimas niñas y dejes de llorar lentejuelas. Yo te espero, más no juegues conmigo tu as de trébol al vacío. Porque jugás con fuego. Es tan divertido…